Fernando Wilkinson

Soy un pájaro triste en una noche estrellada, ambivalente sentimiento de olvido. Soy un grito y un alarido de espanto. Soy un llanto a la deriva de un buque marino. Soy un sueño inconcluso entre mi baúl de esperanzas. y por sobre todo soy quien espera,  quien paciente en la noche mira la luna,  esperando que un rayo luminoso alumbre su camino. Soy mucho más que el cielo y mucho más que el mar. Soy pequeño dentro mi gran grandeza Y soy valiente dentro de mi inmensa cobardía.  Pero soy único, como tú y como todos. Soy un zorzal de mediodía. Soy un hambriento en ésta vida loca, en éste sueño absurdo,  en éste grito agónico  y en ésta mi gran existencia. Pero aún soy un sueño por cumplir,  ese sueño que alimenta,  que mueve el alma,  ese sueño que llena,  que retuerce y que da vida,  ése que aunque esquivo se cumple,  que aunque loco es cuerdo,  ése que no le teme a nada, que no le sufre a nada,  soy ese sueño,  que con solo pensar

Recuerdo días enteros organizando desde la decoración de la iglesia, hasta las partes de la misa minuciosamente, recuerdo a los niños jugando alrededor mío, queriendo hacer algo magnífico ese día tan especial, siempre cada año volvía del colegio el jueves Santo para comer algo e irme corriendo a la capilla para asistir al lavado de los pies, todos parecíamos hormigas trabajando por una sola causa, mostrar y graficar todo lo vivido por Jesús en esta semana hace 2000 y años atrás. Luego venía el vía crucis, mágico y hermoso momento en el cual caminábamos por todo el barrio la gente se incorporaba a nuestra procesión a medida que pasábamos por su hogar y que decir de aquellos que gustosamente se ofrecían para armar las estaciones, manteles blancos, flores recién compradas o cortadas de el jardín, a eso yo le llamo trabajo en equipo, sabíamos que si la señora se ofrecía para hacer el altar de una estación, éste estaría perfectamente armado a la hora indicada, caminábamos todos unidos c